Plaquette

«Por supuesto, está lejos de presentarse con la simplicidad aparente de su discurso técnico. La paradoja inicial es esta la sencillez del medio, del instrumento, para la complejidad del sistema que se nos regala.

En un primer momento, el mundo de Esperanza Sánchez se nos presenta como intrínsecamente pagano, como hedonista, como la pretendida búsqueda de la espontaneidad en lo vital mismo. La figura femenina emerge con la misma categoría de natural que el ave, la hoja, el árbol. La figura humana es una parte de la fronda. Obsérvese
la composición de los cuadros y, salvo por el color, apenas podría afirmarse que la figura humana se destaca por el hecho de ser humana. De esta forma, la pintura de Esperanza Sánchez es una pintura fantástica del origen, una alegoría más que, como tal alegoría, es una fantasía del origen, y, por tanto un deseo de regreso a los principios. Vieja fantasía esta, que resulta del deseo de huida de esta vida real que asfixia, y frente a la que se superpone el paraíso perdido. No se olvide que el paraíso se pierde cuando el hombre trata de elevarse sobre lo natural para hacerse sobrenatural un intento
satánico, demoniaco, del que habríamos de arrepentirnos, y de aquí la nostalgia de ese paraíso perdido y la fantasía de recuperación.

Pero lo interesante de este mundo es sorprender de qué modo tampoco la vuelta a los principios, a la Naturaleza, a la identidad con lo natural depara por si mismo la libertad, la espontaneidad. También aquí esta resulta amenazada, incluso coartada por la misma relación del ser humano frente a los otros elementos de la Naturaleza. Es más situado el hombre en el mismo plano que los otros seres naturales, no por eso deja de aparecer el desvalimiento, la asfixia, la inhibición desde fuera de sí mismo. Que la figura humana este repetidamente representada por una figura femenina, no debe tomarse como una proyección inmediata de la artista, sino como expresión simbólica de lo femenino en todo ser humano. No deja de ser significativo que, solo en una ocasión, la figura femenina haya sido representada en un esfuerzo, aunque inútil.

He de añadir algo, si bien estimo que la pintura de Esperanza Sánchez es ya la expresión n de su mundo, estoy lejos de considerarlo un discurso acabado. Todo lo contrario, apenas si nos refiere una parte
de él. La obra hecha es tan solo una alusión. Pero aun lo aludido, habría mucho que comentar todavía la desexualizacion del ser
humano, por ejemplo, como si el mundo a que se nos pretende trasladar fuera pre sexual o, en todo caso, asexual. Algo así como la ostentación de la deseada carencia en el ser humano de todo impulso que implicara actividad y, con ella, agresión, destrucción. Pareciera como si el ser humano aquí representado prefiriera, en su pasividad,
ser destruido a destruir el también…. Si, el mundo de Esperanza Sánchez esta aun por hacer. Como lo es siempre, por lo demás cuando se trata de pensarlo desde uno mismo.»

Carlos CASTILLA DEL PINO


«Una Eva me pone ante los ojos la tela de los Paraísos perdidos. G. Ungaretti Si arte, según Bernard Show, es un método de abrir áreas de sentimiento, y si Pintura es la expresión plástica del modo del modo de sentir de un autor, condicionado por su postura ante la vida, la otra que ahora expone Esperanza Sánchez será, sin duda alguna, reflejo de su manera de entender y un intento valido de mostrar su peculiar manera de percibir lo que le rodea así como de la sensación que le produce. Desde que Freud aclaro los secretos del subconsciente, explicando y limitando lo onírico, la humanidad se encontró con unas nuevas posibilidades, y la Pintura , al ser expresión total del hombre, de sus sueños, de su entorno, se enriqueció con esta nueva oportunidad. Pensamos que solo a través del subconsciente podremos intentar comprender lo que quiere decir la obra de Esperanza Sánchez. Sus cuadros hablan de soledad. Sus personajes, siempre mujeres, por mas desvalidas o más discriminadas, están rodeadas por una Naturaleza que las ahoga. No hay espacios libres. No tienen rostro.
No hay comunicación. Están desnudas, sin disfraz. De esta incomunicación son testigos unos animales extraños, que parecen ser mudos jueces de esta desgraciada humanidad. Pero en otros de sus cuadros, empiezan ya a verse algunos espacios abiertos pero aun negros. Por ellos descienden, en fantásticos paracaídas, unos cadáveres que resucitaran cuando vuelvan a la Naturaleza, a sus raíces, a su origen que también es el nuestro. Y nos piden que, como ellos, nos despojemos del disfraz que nos cubre, y renunciando a todo lo falso que nos rodea, nos liberemos y una vez limpios como ellos volveremos a encontrar la paz y felicidad del Paraíso Perdido.»

Dr. Leandro JIMENA FERNANDEZ